En un principio los espectadores sólo accedían a “productos”. Cuando la obra estaba “terminada” (para dejar de corregir, en el lenguaje de algunos escritores) se estrenaba, se hacía pública, empezaba a circular. De los procesos, de los pasos previos, de los ensayos poco y nada se sabía. Algunos (críticos, investigadores) en ocasiones (muy especiales, por cierto) tenían acceso a la construcción, al armado, al proceso creativo.
Hoy muchos consideran (son concientes, aceptan) que la puesta no es un producto terminado sino que es una especie de proceso que concluye cuando se deja de mostrar, de poner en escena, si usáramos una terminología organicista, diríamos “cuando se muere”. Y si la propia puesta es un proceso en un momento avanzado pero proceso al fin ¿por qué no ir hacia atrás en la mostración del proceso? ¿por qué no plantear el proceso como accesible, registrarlo como el resto y permitir que el público en general lo conozca?
¿Qué modos de acercamiento al proceso creativo se dan en nuestro universo teatral? En alguna medida, las muestras, los work in progress y los blogs de las puestas.
Las muestras son trabajos que cierran un ciclo pero no necesariamente tienen la autonomía indispensable para funcionar “aisladas” del marco que las engendró. En algún punto son una muestra de un proceso creativo.
El work in progress se extendió hasta lugares insospechados, incluso tomó estado institucional. En el Centro Cultural Ricardo Rojas, el responsable de teatro, Matías Umpierrez ideó el work in progress programado. Eligió directores, de diferentes estéticas y generaciones, con trabajos en distinto nivel de desarrollo: desde aquél que estaba en el momento de las ideas hasta aquel que estaba a un paso del estreno. Su intención era permitir que el público se acercara y fuera partícipe de la producción de un espectáculo, y a la vez, que los directores pudieran mostrar el modo en que articulan ese instante en el que crean.
Pero fuera del Rojas también empezaron a multiplicarse.
A veces el proceso es más interesante o prometedor que lo que efectivamente se “construye”. Sí, esto es parte de lo que sucede. Otras veces, después de haber visto el trabajo de preparación uno tendería a no volverlo a ver y se equivoca. Los riesgos existen pero el teatro siempre es un riesgo.
Lo que sucede es que se ha adoptado otra costumbre, a mi entender, no demasiado positiva que es cobrar la entrada a los work in progress, más de una vez para solventar los propios gastos de la puesta. Entonces se trata al público como público, no como curioso del proceso creativo que se acerca como quien espía “la cocina” de los otros, como diría la crítica Edith Scher.
Por último están los blogs, esos sitios que los directores o los grupos crean para subir todo lo que se les ocurra en relación con el espectáculo que están armando, imágenes, música, fragmentos de lo que ensayan, reflexiones, y una lista tan interminable como la imaginación lo permita. Como el blog se mantiene lo que quedan son registros ( un poco guiados por la arbitrariedad y el azar pero registros al fin) del proceso creativo y posteriormente de lo que sucede con la obra estrenada, a veces cuelgan las críticas y los lectores del blog y espectadores ( pasados o futuros) tienen lugar también para su palabra. Otro lugar en donde el proceso creativo tiene permiso de inscripción.
Para todos los gustos. Además pueden aparecer juntos o separados...